jueves, 8 de enero de 2015

En cuestión de minutos

Hace tiempo que me he abandonado a mi misma, que voy huyendo de mi. Y la verdad: Me va  genial. Pero de cuando en cuando reaparezco con el Let it be tatuado en mi cabeza (eso siempre), aunque como de costumbre no haciéndome ni puto caso.

Digamos que lo extirpé de mi garganta hace ya algunos meses, anestesiada hasta la médula, claro está, para no sufrir. Aunque el efecto dura apenas unas horas. Y de pronto, zas, ahí está ; una ventana hasta un pantano, en un día como el de  hace 3 años...y todo de pronto ante mis ojos sin yo asomarme, lo juro. Su mundo dando de ostias contra el mio, calándome los huesos. Y ahora ENTIENDO, claro, no podía ser de otra manera. Por eso su intermitencia y la sequedad en su sentimentalismo. La vida puta, vaya. Y es que la verdad que en realidad todo va bien. Sonrío casi a cada hora. Beso hasta quedarme sin aliento. Corro y grito cuando lo siento y casi siempre de felicidad, no nos engañemos.  Buceo entre el arte que me agarra las entrañas y no me ahogo... y mis otros yo me envidian.

Pero Edipo se arrancó los ojos y Hamlet acabó muerto. La verdad solo puede hacer eso, y yo cada vez que entiendo, que encuentro una explicación a mis desvelos, me entran unas ganas locas de desaparecer, pero este amor propio que me he ido regando a cada llanto se niega a dejarme bajo tierra. Así que así estamos...escribiendo para no llorar y llorando para no morir.