jueves, 27 de diciembre de 2012

Rescatando telarañas


Como una resaca inmensa te has instalado en mi cabeza.Desprendiendo mi seguridad en mis manos que señalan mi alopecia. Más bien te has transformado en migraña mañanera, pues no acierto a encontrar una reminiscencia de desinhibición, ni ningún vaso de alcohol  Soñar se hace con otra realidad en la que la incongruencia delimita las fronteras, pero ahora te sueño más real que nunca. Mi subconsciente dominado y sumiso.

                                          Burgos Julio 2012

Palabra de inspiración para una canción sin terminar con Alejandro Chaparro

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Uno

Atención: Esta usted ante una historia atípica, para leer correctamente esta historia tendrá que empezar leyendo la entrada publicada el 9 de Agosto del 2012, titulada bajo el nombre de CUATRO, así podrá pasar del cuatro al tres, del tres al dos y del dos a este: el Uno. Son mis manías.

Todos tenemos un ritual, para lo que sea; algunos lo llaman "manías", otros "costumbres", otros "tradiciones" y otros "rutinas". Pero todas esas acciones se componen de un elemento común la Repetición. Para Clara, ir a esa librería era ya todas esas cosas juntas, los libros le habían ayudado a escapar de la realidad y al mismo tiempo, sumergirse en ella, eran esa antítesis que hacía que sus ojos se empaparan de lágrimas y su boca de sonrisas. Pero al igual que otros afectos y deseos desordenados (3ª acepción de manía) no podía hacer su ritual en cualquier librería, tenía que ser esa, en la que estaba el. Así,siguiendo el impulso de lo que había creído su buena suerte, se vistió de energía y escondida entre las estanterías, le observaba disimulando perderse entre los títulos de los libros. Esperó a que la única cliente que había, saliera por la puerta. Y entonces sí, fue directa al mostrador con su libro favorito entre las manos, ese que ya había comprado hace tiempo, y con "el agua  aún en los zapatos" y más arriba de ellos saco la cartera y se dispuso a pagar de nuevo.

-  Pablo...no le importará que te llame Pablo, quiero decir por tu nombre, digo yo que para algo lo llevas escrito ¿no?...- Y sin dejarle más que con la mueca en la boca, prosiguió - ¿Me lo envuelves para regalo, por favor?

Cuando Pablo acabo de envolverlo, Clara "rasgó el papel de regalo con minucioso cuidado, le gustaba conservar esas cosas de recuerdo en un cuaderno destartalado inundado de fechas importantes. Le miró con disimulo, intentando contener la emoción, mientras descubría la portada del libro. Esta vez sonrió de lleno y le miró de frente, sumergiéndose en sus ojos. 

- Gracias - Comenzó a decir llena de sinceridad y energía."


                                                   (...CUATRO)

sábado, 29 de septiembre de 2012

Tres

Parálisis corporal, mala ostia contenida en su cara y su mente pensando demasiado rápido. Le gustaba la lluvia, lo había admitido demasiadas veces, pero acababa de caer en sus redes. La lluvia lo hace todo más lento y nos mete más prisa y ella, pese a ser de las que prefiere parase a observar,había sido contagiada por ese ritmo trepidante que marcaban las gotas de agua en todos los cuerpos de la calle. Prefería mojarse a llevar paraguas, de hecho, le encantaba sentir la lluvia cayendo sobre ella; pero calarse de abajo a arriba no estaba en sus planes, por que el agua del suelo no es limpia.  De ser otro día muy diferente al de hoy, el hecho de meter el pie en ese charco apenas si le habría molestado o incluso hasta le habría hecho gracia, pero hoy era lo peor que le podía pasar. 

Clara, convencida de su mala suerte, estaba muy lejos de su casa y empapada de pies a cintura de un agua marrón que le tenía paralizada. 

- no me dejes eso a mí; por que si no lo rompo, lo pierdo.
- no vengas conmigo no vaya a ser que te gafe a ti también
- Oye mira, llevo 22 años de mi vida conmigo misma, y si te digo que a mi esas cosas no me pasan es por que lo sé, no todos tenemos tu suerte.
- ¿ Por qué siempre se me cae la tostada por el lado de la mantequilla?
- estupendo...se me ha borrado todo otra vez

Si hacia recuento de las veces que había dicho esas frases o similares en los tres últimos meses, perdería la cuenta además de la cabeza. Estaba segura de que si fumara se encendería todos los cigarros justo cuando viniera el autobús, pero le había tocado resignarse a admitir que cada vez que llegara a la parada, fuese en la dirección que fuese, siempre llegaría primero el de la dirección contraria. Si la ley de Murphy se cumplía siempre hoy, llovía sobre mojado.  ( Ley de Murphy: forma cómica y mayoritariamente ficticia de explicar los infortunios en todo tipo de ámbitos que, a grandes rasgos, se basa en el adagio siguiente: si algo puede salir mal, saldrá mal)

Saliendo poco a poco de su shock, decidió continuar su camino. Es entonces cuando aquel coche tuvo su misma mala suerte y metió "un pie" en el charco, a punto estuvo de que la mala suerte de aquel coche fuese de nuevo la suya. Y entonces, volvió a parar. Por primera vez en mucho tiempo había sido consciente de que había tenido un poquito de suerte, por el mero hecho de que ese coche no  le llegó a salpicar. Se paró un segundo, miró al cielo y dejó que la lluvia la hiciera sonreír. Continuó su camino, esta vez en dirección contraria, tenía que aprovechar su racha de buena suerte,y se dirigía hacia ella. 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Dos

Regresar a las siete de la mañana de fiesta, con las venas repletas de alcohol , sin saber donde está el suelo para poner bien los pies y con su edad, no siempre significaba haber salido de fiesta. Incluso si así fuera, tampoco tenía por qué significar haberlo pasado bien. Y ese era su caso. Pablo había salido de su casa a olvidarse de la vida, y como de costumbre, no había conseguido hacerlo. A sus veinticuatro años, la vida le pesaba más de la cuenta. Temía el futuro, odiaba el pasado y no entendía el presente. Y aun con todo, sabía que no tenía derecho a quejarse, por eso, a veces sonreía agarrado a las sonrisas de los demás.


Se tumbó en la cama sin los zapatos, pero con todo lo demás.  La habitación le daba vueltas y él le daba vueltas a todo. Probablemente hubiera caído al minuto uno de tumbarse de no ser por el redbull que le hacia estar más despierto que nunca. Ahí estaba de nuevo, aquel sonido que le devolvía a la realidad. Su madre al otro lado del teleéfono, a las 8:00 de la mañana para contarle su horrible noche, o cualquier preocupación absurda acerca de su padre, al que él también odiaba pero del cual no podía divorciarse.

- un hijo no puede divorciarse de un padre, mamá, asi que no metas más mierda  de la que ya conozco- se encontró pensando en alto.

Casí como un acto reflejo tiró el movil al suelo. A las ocho de la mañana la gente normal dormía y el resto empezaba a dormir en el segundo turno, como solía decir su abuelo, pero nadie hacia de psicoanalista a esas horas.

Volvió a sonar el movil, esta vez era el sonido de las pastillas. Dichosas ellas, su rutina más odiosa. Eran su medicina para estar bien pero al mismo tiempo se componían de todo lo que le hacía estar mal. No podía vivir así, no lo soportaba más, por un momento pensó hacer lo mismo que con el móvil, pero con más rabia, luego se resignó a tomárselas, con la rabia contenida.

Esta vez no lo oyó, pero sabía que sonaría, así que se adelantó unos minutos y se metió en la ducha, le tocaba volver al trabajo. Se encontró como el protagonista de Rayuela de Julio Cortazar debajo de la lluvia, uno de sus libros favoritos y recordó aquella cita

  " levantó la cara y dejó que la lluvia lo empapara del todo. Así nadie podía darse cuenta, con la cara cubierta de agua nadie podría darse cuenta"

jueves, 9 de agosto de 2012

Cuatro

Rasgó el papel de regalo con minucioso cuidado, le gustaba conservar esas cosas de recuerdo en un cuaderno destartalado inundado de fechas importantes. Le miró con disimulo, intentando contener la emoción, mientras descubría la portada del libro. Esta vez sonrió de lleno y le miró de frente, sumergiéndose en sus ojos. 

- Gracias - Comenzó a decir llena de sinceridad y energía.

Cogió el libro entre sus manos, examinó su tacto, el grosor de las hojas, cerró los ojos, lo abrió por una página cualquiera y exhaló su olor, pequeñas manías a modo de rito que siempre sentía la necesidad de hacer. Lo observó un poco más, echando un vistazo al tamaño de los capítulos y cuando parecía satisfecha, comenzó a hablar sin parar, sumida en una emoción palpable en el brillo de sus ojos. 

- Pff, me encanta, gracias en serio. Hoy necesitaba algo así, más que nunca. Y encima es mi autor favorito, estas en todo. Eso sí, te ha faltado dedicarmelo. ¡Ay! no se que decir Pablo, se que es una tontería pero para mí es muy importante.

Él la miraba un tanto atónito, empapado de confusión y embriagado por su encanto, ese que le llenaba de fuerzas muchas mañanas. Esa sonrisa que le hacía sonreír. No sabía por qué pero, en parte, se sentía satisfecho y orgulloso de lo que acababa de hacer, aunque no tuviese muy claro que era. Querría haberla sabido decir algo, poder intercalar alguna palabra entre las suyas, pero la emoción y los nervios le habían contagiado y no acertaba a decir nada, al menos nada que mereciera la pena interrumpir su intrigante monologo, así que optó por dejarla hablar.

- Mira sé que no has estado muy bien estos días atrás, te lo he notado, y no es que yo haya tenido tampoco los mejores días de mi vida, y que quizás eso, pues no haya ayudado mucho. Pero esto - continuó diciendo mientras alzaba el libro - hace que todo sea más fácil o al menos más llevadero. Un acto insignificante puede cambiarte el rumbo y de verdad no sabes cuanto te lo agradezco.- Hizo un alto en el camino y decidió pararse a darle un beso.- A veces me paro a pensar y creo sinceramente que este lugar y tu me habéis cambiado la vida. Pablo, no podemos elegir estar bien o estar mal pero tenemos que saber poder cambiar las situaciones sino nos gustan. Al menos intentarlo. Mira no me había imaginado esto así, se sale de mis esquemas, pero me gusta. Me gusta estar aquí, delante de ti, compartiendo esto contigo. Me gusta, por que ahora estás metido en cada una de las palabras de este libro que aun no me empezado a leer pero que me muero de ganas de hacerlo. Me gusta por como me estás mirando ahora mismo, y me gusta por que estás sonriendo y hacía mucho tiempo que no te veía una sonrisa de esas, de las de verdad, de las que duran más por dentro. Bueno mira yo voy a devorar este libro y tu sigue con esa sonrisa para cuando vuelva, ahora me tengo que ir. También te viene bien pensar en esto un poco, tú sólo.- Empezó a alejarse sin darse la vuelta mientras acababa de hablar.- Gracias Pablo




                                         ... Continuará o ...

miércoles, 8 de agosto de 2012

Nightmare

Su noche empezaba como tantas otras. Sumida en una oscuridad palpable también por dentro. Sin querer recaer sobre ningún costado. Dando vueltas aferrada a la almohada. A veces no se podía pensar si se pensaba. Quería arrancarse de golpe el pasado e instalarse en un futuro que a penas si existía. Levantarse y ver su rostro en el espejo le hacía perder credibilidad, mientras se agrietaba el material del que estaba hecha. No había nada de lo que pudiese sentirse orgullosa, ninguna razón por la que querer despertar de nuevo en un día prometedor de utopías encarriladas a la desesperanza. Promesas... Había empezado a odiarlas. Eran como una especie de bulimia que la daban de comer y la dejaban con el estomago vacío. Como el vaso de la copa que no se atrevía a beber. Y el fin del mundo a la vuelta de la esquina. Al fin despertaba en un día que olvidaría tan pronto como acabara, persistiendo en su memoria tan solo la migraña de un mal sueño. Y volvía a cargar con el peso de ser quien había elegido, a veces creía más facil ser cualquier otra persona que nunca había sido.

lunes, 9 de julio de 2012

Pensamientos absurdos de entre las basuras

Billete de ida
Vete y no vuelvas, por que impides que mis ojos estén ausentes.
Por que tu presencia me quebranta y me impide mi seguridad, que resquebrajas.
Por que la inestabilidad llama a mi puerta y no sales por las ventanas.
Vete por que pudres mi corazón y me robas la sonrisa.
Me obligas a mirar al suelo y a no poder disfrutar de otras vidas.
No quiero darme la vuelta por que sé que no me sigues.
Y aun con todo no puedo odiarte más de lo que me odio a mi misma.
De nada sirven las palabras bonitas.
No podrás leerme ni saber de mi. La distancia es más fácil para fingir.

Mayeútica
Que alguien me enseñe otro idioma, que en este he agotado las palabras. 
Que alguien me enseñe a cruzar en rojo sin mirar.De nada sirve ser prudente y esperar.
Yo soy más de las de correr por que a las piernas le apetece. Pero me has arrancado la fuerza.
Renegar de las miradas huidizas para penetrar en tus ojos y encontrarme con un muro.
Puto muro

A ti que no te conozco
No mires a mis ojos, no puedo ofrecerte nada que no te haga daño.



domingo, 8 de julio de 2012

Ella: inconsistencia

Ya tenía un pie dentro. Pies descalzos, que antes habían dormido entre tus besos, entre tus sábanas buscando los tuyos. Ahora lleno de callos y negros del polvo. Camina descalza pero con miedo, desprendida de protección. No es que no sienta, o no padezca es que ha decidido ser, sin aditivos ni colorantes. Limpia, transparente. Hoy figuras sin consistencia la hacen soñar bajo la luz de la luna. Como cuando arropada bajo un manto de estrellas, que le hacía sentir infinitamente pequeña la acompañabas en un viejo colchón desabrigado. De pequeña le gustaban las cosas pequeñas, por que la hacían sentir grande. Encerrarse en su habitación era salir del insoportable olor a realidad aplastante. Allí se respiraban secretos. La habían mordido con los ojos y a penas si sangraba. Arrancarle a tiras cada centímetro de piel y perder el tacto. La lluvia en el pelo, en pleno verano, encerrada en la ducha. Como si de un hombro se deslizara una gota que nunca tocase el suelo. Piel desvestida de su suavidad, áspera, cortante. A lo lejos tu la veías mirando desde lo alto, pero ella ya no te estaba mirando. Figuras sin consistencia de nuevo en su cabeza, futuro incierto y prometedor. Se le había olvidado que ahora empezaba lo bueno. Elegir no siempre es fácil, por eso quizás la llamasen valiente cuando iba sin zapatos, o quizás fuese demente... seguridad inconsistente que despertaba los sentidos de una piel que ya no siente.

jueves, 5 de julio de 2012

Eso no se borra

Cogió el teléfono entre sus manos y se dispuso a marcar la tecla que removía los sentimientos desde las entrañas, con un profundo olor a pasado. El reloj había consumido ya, la mitad de sus horas. Había pensado, sopesado, buscado el lugar y el tiempo adecuados y era la primera vez en 5 meses que se disponía a hacerlo. Se había mordido los dedos muchas veces, recurriendo a todo tipo de alternativas para no meterse en terreno ajeno. Ya nada le pertenecía, era algo que había tenido tiempo de aprender.
Eso no se borra
Esas cuatro palabras se habían dibujado delante de sus ojos y se habían quedado incrustadas en su retina, era lo único que le había hecho sonreír de verdad en todo este tiempo, sonreír con todo el cuerpo, por dentro muy dentro. Apenas cuatro palabras... cuatro, se dijo en voz alta para sí.


De pronto , su voz.  Hubo un instante de silencio al comienzo, como si ambos se hubiesen visto primero y después hubiesen cortado el aire que les separaba, con alguna de esas palabras gastadas del uso. Y allí, en mitad de ese campo seco lleno de sol y de verano, se coló por el hueco que la arrastraba al pasado, a través de su oído. No fueron más que contados segundos, primero.


Su voz, y con ella los recuerdos.


 Las escaleras que subían al séptimo inhabitado; ella con los ojos cerrados, el hablándole al oído, ella mirándole a los ojos, él sonriendo, ella enamorándose de su voz, el enamorándose de ella, ella sintiéndose en medio de una película, él haciéndole sentir.


El primer encuentro después de muchas palabras escritas. Caminando sin rumbo fijo pero con final sellado. Cada uno en su esencia más profunda dispuesta a ser regalada. El todo voz, ella todo palabra. Hablaba sin parar pese a haber acusado su timbre, su tono, su cadencia, su musicalidad y haberla valorado como lo más bonito que había llegado nunca a sus oídos. Su nerviosismo y sus ganas expuestas.


De pronto y de nuevo su voz la hizo salir de allí, de los recuerdos que formaban pasado de un pasado, un antes anterior a lo ya vivido. Cerró esa caja de Pandora que le hacía revivir a pequeños sorbos. Tenían que quedarse allí y vivir con ella mucho tiempo. Eso no se borra, volvió a pensar para sí.  Apenas si fueron unos segundos, después. Suficientes para hacerla sonreír de nuevo, estaba en el camino adecuado, lo estaban haciendo bien, ambos. Como si otra vez volviesen a ser uno, o como si nunca hubiesen dejado de serlo, pese a las distancias, pese a las diferencias, pese a las circustancias, pese a ellos mismos.