domingo, 8 de julio de 2012

Ella: inconsistencia

Ya tenía un pie dentro. Pies descalzos, que antes habían dormido entre tus besos, entre tus sábanas buscando los tuyos. Ahora lleno de callos y negros del polvo. Camina descalza pero con miedo, desprendida de protección. No es que no sienta, o no padezca es que ha decidido ser, sin aditivos ni colorantes. Limpia, transparente. Hoy figuras sin consistencia la hacen soñar bajo la luz de la luna. Como cuando arropada bajo un manto de estrellas, que le hacía sentir infinitamente pequeña la acompañabas en un viejo colchón desabrigado. De pequeña le gustaban las cosas pequeñas, por que la hacían sentir grande. Encerrarse en su habitación era salir del insoportable olor a realidad aplastante. Allí se respiraban secretos. La habían mordido con los ojos y a penas si sangraba. Arrancarle a tiras cada centímetro de piel y perder el tacto. La lluvia en el pelo, en pleno verano, encerrada en la ducha. Como si de un hombro se deslizara una gota que nunca tocase el suelo. Piel desvestida de su suavidad, áspera, cortante. A lo lejos tu la veías mirando desde lo alto, pero ella ya no te estaba mirando. Figuras sin consistencia de nuevo en su cabeza, futuro incierto y prometedor. Se le había olvidado que ahora empezaba lo bueno. Elegir no siempre es fácil, por eso quizás la llamasen valiente cuando iba sin zapatos, o quizás fuese demente... seguridad inconsistente que despertaba los sentidos de una piel que ya no siente.

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